viernes, 29 de octubre de 2010

ALTAZOR EN LA FERIA DEL LIBRO RICARDO PALMA: sábado 30 de octubre a las 4 p.m.

La aventura de la existencia en este libro se traslada a la condición migrante de los protagonistas, quienes son sin duda el alter ego de César Rosales-Miranda. A través de acontecimientos plasmados con suma habilidad, estas historias nos remiten a la interesante situación humana de habitar una nación ajena (Alemania) sintiendo el vitalismo de esa circunstancia especial que representa la permanente conciencia del estado migrante. Imágenes e inquisiciones de la cultura europea, eventualidades legales y sociales, condicionalidades del idioma, manejo de espacios convenientes para reflexionar sobre la universalidad que impone el hecho de ser ciudadano del mundo, son los mejores atributos de Migrafiti deuschtland, inquietante conjunto narrativo en la joven pero significativa tradición peruana de la cuentística de migrantes. Un hecho literario que, además de brindarnos versatilidad temática, nos recuerda que el mundo que habitamos es un ser vivo deslumbrante y vertiginoso, cuyas especies somos la mejor muestra de su fisiología social.
Ricardo Ayllón
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César Rosales-Miranda nació en El Callao (Perú). Es ingeniero civil egresado de la Universidad Nacional “Federico Villarreal” de Lima. Luego de realizar un Postgrado en la Universidad de Hannover se tituló de Máster en Ciencias. Desde entonces ha trabajado en su especialidad y como traductor, intérprete y profesor de español. Paralelamente ejerció como periodista en la Radio Flora (Hannover) y fue locutor del programa Buena Onda sobre política, cultura y actualidad. Asimismo trabaja como columnista —español y alemán— en las revistas; Agenda latina (Hamburgo) y Literaturnachrichten (Feria del Libro de Fráncfort). Además, ha publicado las novelas: Del vientre del gallinazo (MareNostrum, Santiago de Chile, 2006) y Hannópoli (MareNostrum, Santiago de Chile, 2008). Actualmente reside en Alemania.

ALTAZOR EN LA FERIA DEL LIBRO DE GUAYAQUIL: Claudia Apablaza: “Mi escritura es un proceso catártico”


El pasado domingo la narradora chilena Claudia Apablaza presentó su reciente novela, publicada por la editorial peruana Altazor. Su presencia en la Feria Internacional del Libro (FIL) Guayaquil 2010 fue más bien para conectarse con escritores locales, la literatura nacional y reunirse con otros autores, poetas y narradores para hablar del mercado literario actual. Reside entre España y su natal Chile, ya que cursa el doctorado en Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, ciudad en la que es profesora del Laboratorio de Escritura.
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¿De qué trata su novela EME/A: La tristeza de la no historia?
Es una novela, en cierta medida, de lo amoroso y la frustración del amor. De un personaje que en definitiva es como todos los personajes, llamado EME/A, que puede ser la frustración amorosa y contar la historia de ella.
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Como ha dicho en otras entrevistas, ¿cree que persisten los personajes sobre personajes?
Sí, como una especie de metaliteratura, escritura acerca de la escritura. En cierta medida, creo que todo lo que está escrito lo está en referencia a otra cosa. Lo que hago en mi trabajo es reciclar escrituras y reciclar lecturas desde una suerte cómo yo, Claudia Apablaza; vivencio las historias de la literatura y analizo qué hago con eso.
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¿Cuándo surgió esta obra?
A fines de 2008 la empecé a construir, a fines de 2009 la tenía lista y este año me la pidieron de Altazor y la publiqué con ellos. Fue un trabajo bastante fluido porque ellos estaban creando esta colección de narradores latinoamericanos, entonces eligieron a uno de cada país por sugerencias de poetas amigos, Óscar Saavedra y Héctor Hernández Montecinos. Evaluaron mi manuscrito y lo editaron, hicimos una gira de 2 ó 3 semanas por Perú hasta que se concretó el viaje para presentar los libros.
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¿Por qué decide venir a la FIL?
Recibí la invitación en septiembre e inmediatamente dije que me interesaba porque nunca había estado en Guayaquil, quería conocer más acerca de los escritores y compartir con muchos poetas y narradores las lecturas que no llegan al lugar donde estoy viviendo por A, B o C motivo.
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¿Cómo describe su escritura?
Es un proceso catártico, acumulación de experiencias corporales que se resumen después en un texto. El cuerpo se llena de lecturas e influencias hasta que llega un momento en que eso explota en texto, a lo que estoy muy alerta y pendiente, a la vez que escucho mucho.
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¿Siente que su narrativa ha evolucionado desde su primer libro Autoformato, en 2006?
Es lo mismo, tratado de otra forma; en ningún momento he hecho una ruptura brutal con mis procesos. Creo que es una misma línea continua que va mutando, toma otras formas y se depura.
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¿Marcan su obra España y Chile?
Sobre todo el traslado de un lugar a otro me ha permitido mirar la realidad desde un espacio de movimiento que no permite que las cosas se vuelvan estáticas. En Chile hay muchos poetas de calidad y en España, hay mayor número de narradores, pero de igual nivel que los de Chile.
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¿Sigue con sus estudios?
Estoy en el proceso de hacer la tesis de doctorado que podría ser sobre las vanguardias latinoamericanas del siglo XX o la construcción del yo a partir de medios virtuales. Si debo nombrar a 2 ecuatorianos en las vanguardias, me interesan Pablo Palacio y Humberto Salvador.
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¿Cómo percibe la feria?
Llama la atención por las publicaciones que tienen porque en una misma caseta hay libros usados, extranjeros y nacionales como, lo que una espera de una biblioteca: encontrar de todo. En Chile el asunto es más puro en cuanto a organizar los títulos.
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Es conocida por su trabajo en revistas en línea, ¿por qué?
Me interesan múltiples líneas de trabajo e Internet, el mundo virtual y los paradigmas que lo rigen; es una de las influencias principales, parte importante de mi vida.
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¿Sus estudios de psicología dejan huellas en su obra?
Puede ser, al igual que la literatura, una cierta obsesión por un objeto, en este caso la mente. Es una forma delirante de aproximarse a algo, como es la literatura.
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¿En qué trabaja ahora?
Siempre en la narrativa. Escribo la novela El congreso del amor, que trata de cerrar un primer ciclo de escritura integrando todas las otras estéticas de mis obras Autoformato, Diario de las especies y EME/A. Las profundiza y genera un cuarto texto, que supongo superará a los otros.
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Fuente:

ALTAZOR EN LA FERIA DEL LIBRO DE GUAYAQUIL: Carlos Calderón Fajardo: “Mario Vargas Llosa nos obligó a pulir la pluma”


Sarah Ellen es toda una leyenda urbana en Pisco (Perú). La mujer, que existió en realidad y de la que hay una tumba, encarna la figura de una vampiro inglesa-peruana que hace milagros y a la que la gente adora como si fuera una santa. “Ella sobre todo resuelve problemas de amor, haciéndole competencia a San Antonio”, dijo sonriente Carlos Calderón Fajardo, de 64 años.
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Ellen es la protagonista de la novela El viaje que nunca termina (Altazor, 2009), “una metáfora gótica de la vida” en la que el escritor peruano reconstruye su supuesta verdadera historia. Él estuvo esta semana en la Feria Internacional del Libro (FIL) que culmina hoy y donde presentó su obra emblemática: La conciencia del límite último. “La historia de Sarah era alucinante, demasiado provocadora para no escribir una novela”, manifestó Calderón, amante de clásicos góticos. Su literatura se nutre de historias fantásticas, novelas de aventuras marinas y el séptimo arte. “El cine nos pobló la mente de imaginarios”.
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Para el autor, las dos obras presentadas en Guayaquil “están emparentadas de manera metafórica y tocan el tema de la canibalización humana, cómo nos ‘alimentamos’ los unos de los otros”. La conciencia del límite último es la historia de un periodista que escribe crónicas policiales; un día se va de tragos con el fotógrafo y no cubre una nota. Inventa un crimen, pero el jefe de página lo descubre. El periodista piensa que lo van a botar, pero el jefe le pone como condición para conservar su puesto que escriba todos los días una crónica inventada cada vez más insólita y truculenta. En un momento las historias inventadas ¡empiezan a suceder en verdad! “Hay un asesino serial que está detrás y que firma todos los crímenes como El domador de moscas”, contó el escritor.
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La novela es también una metáfora, pero de la violencia que vivió el Perú en la época del terrorismo. “Todos los días morían amigos y yo pensaba cómo plasmarlo, porque era muy peligroso escribir sobre ello en esa época”. En la FIL, Calderón también impartió la charla: La experiencia vargasllosiana en la literatura peruana pos Vargas Llosa. En su caso, como muchos de su generación, el autor sintió “que no podían imitar” a Vargas Llosa, sino plantear nuevas posibilidades. Como la literatura vargasllosiana y peruana siempre fue muy realista, a las generaciones posteriores no les quedó más que explotar la “dimensión fantástica”. O en definitiva, temas “que no tocaría nunca” el ahora premio Nobel de Literatura 2010.
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“Pero para nosotros Vargas Llosa es de una influencia capital porque con él ingresó la modernidad a nuestra literatura, nos llevó a niveles técnicos muy importantes, se olvidaron los provincialismos. Nos obligó a todos a pulir la pluma”. AGV
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ALTAZOR EN LA FERIA DEL LIBRO DE GUAYAQUIL: Miguel Antonio Chávez: La maniobra de Heimlich: “Una visión satírica del mundo de la publicidad”


La primera colaboración colectiva entre los escritores argentinos Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares no fueron los relatos detectivescos firmados bajo el nombre de Bustos Domecq, sino la redacción de un folleto publicitario en 1935 para la marca de lácteos La Martona, de la familia de Bioy. Gabriel García Márquez trabajó durante todo un año para la agencia publicitaria J. Walter Thompson México y con el dinero que ahorró se encerró a escribir su obra cumbre, Cien años de soledad. En su revista, el poeta local Medardo Ángel Silva también era el autor de avisos publicitarios sobre medicinas y vitaminas.
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Los ejemplos de la relación literatura-publicidad parecen interminables... Algunos de los curiosos hechos descritos arriba, con otros ficticios, se juntan en La Maniobra de Heimlich, la primera novela del escritor Miguel Antonio Chávez (Guayaquil, 1979), quien trabajó como creativo publicitario entre 2002 y 2007. “Pero .la novela no es una transliteración de mi experiencia, es una visión satírica del mundo de la publicidad. El punto de partida fue cómo en algún momento muchos escritores estuvieron vinculados con este mundo, porque tenían que comer. Y cómo a pesar de... o gracias a... siguieron su camino literario”.
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El autor del libro de cuentos Círculo vicioso para principiantes, cuyos relatos constan en antologías latinoamericanas, da el salto a una novela “escrita en tono satírico y humor del absurdo”. La maniobra de Heimlich es presentada hoy, a las 18:00, en la Sala Autoral del MAAC en la Feria Internacional del Libro (FIL 2010).
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Es la historia de un narrador protagonista, un guayaquileño anónimo durante tres momentos de su vida. El primero siendo un joven redactor publicitario cuando viaja a Buenos Aires (Argentina); a su regreso a Guayaquil cuando ha dejado sus delirios de publicista y se vuelca a la literatura. Y el tercero, cuando se embarca en un vuelo otra vez hacia Buenos Aires como miembro de una delegación invitada a una Feria del Libro. La historia de este joven perdido en sus aspiraciones es intercalada con historias paralelas, guiños literarios o datos y curiosidades históricas. La presencia de Borges es tangencial, sobre todo en función de su cuento Guayaquil, del libro El informe de Brodie. También es mencionado como anécdota cuando el argentino visita Ecuador.
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El tema del cuento Guayaquil, lo que se dijeron Bolívar y San Martín en su reunión en esta ciudad, salta al texto de Chávez cuando una “logia seudocuasi masónica” contacta en Argentina a su protagonista para revelarle el secreto de lo que verdaderamente pasó en esa entrevista. Otras de las curiosidades mencionadas en el libro es la absurda forma de morir del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams, atragantándose con la tapa del colirio que sostenía entre sus dientes mientras se aplicaba las gotas. En la novela también aparece un enano atragantándose. Esas imágenes refuerzan el título (La maniobra de Heimlich) que designa el procedimiento de primeros auxilios que consiste en la compresión abdominal para liberar el conducto respiratorio y que “sirve para metaforizar lo asfixiante y efímeros que pueden ser ambos mundos: publicidad y literatura”, señala el autor. Mundos de los que el protagonista necesita desmembrarse. AGV
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lunes, 4 de octubre de 2010

EL FONDO DE NADIE es el fondo de la sociedad

Escribe: José Vicente Peiró Barco
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El filósofo danés Sören Kierkegaard expresó que “la puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más”. Realmente la búsqueda de la felicidad ha sido una preocupación eterna de cada ser humano. Para alcanzarla, además de la predisposición interior hay que disponer de una dosis de fortuna y estar en el lugar y en la hora adecuadas. Aun así, es un concepto dependiente del grado y objetivos planteados por cada individuo. Del deseo.
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Ese anhelo es el motor de la novela de Juan Ramírez Biedermann titulada El fondo de nadie. Estamos ante una obra sobre la frustración inherente al estado de infelicidad, que por ello no deja de examinar la realidad. Sus personajes, aun teniéndolo todo en su vida, como Silvia, o eligiendo un estado de bienestar después de un suceso, como el protagonista Ezequiel, se ubican en la desdicha interior y no encuentran el camino hacia la felicidad. Ello les conduce al hastío y a un deseo permanente de huida hacia una nueva vida, lo cual aumenta su frustración dado que no pueden escapar ni de su pasado ni de su presente. Ni siquiera plantear un futuro por su inoperancia a la hora de llevar a la práctica una decisión de cambio radical en su vida. Son personajes marcados por sus propias decisiones más que por su destino, personajes que no abren la puerta hacia adentro sin retirarse como dice Kierkegaard. Por ello, Ramírez Biedermann ofrece una tesis sobre las oscuridades del ser humano; tesis sustentada en la idea de que las caídas en los suburbios de la vida están provocadas por erróneas decisiones personales en la mayor parte de los casos. Por abrir la puerta hacia dentro sin apartarse un poco.
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El fondo de nadie es una novela que alcanza en muchos momentos la perfección. Posee una extensión adecuada a la historia narrada. No hacía falta extenderse más allá de las ciento diez páginas del libro para que la historia de Ezequiel Collado tuviera fuerza narrativa e interés. Este mérito se añade a otros como el buen uso del tempo del discurso, el rigor del lenguaje, con mesura sin perder adecuación al hablante en la expresión coloquial, y la disposición estructural en paralelo al inicio que gira hacia el destino común de los personajes a partir del capítulo donde la Jefa Mariela pasa la noche con el protagonista y la acción discurre veloz hacia la decisión final de Ezequiel. Técnicamente, hay capítulos intachables como el tercero, por descubrir la podredumbre del mundo de los negocios; el banquete del que Silvia acabará huyendo a casa de Claudia, quien la consuela ante su estado de insatisfacción y la autodestrucción previsible. El autor consigue hacer sentir al lector el asco de Claudia.
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Uno de los aspectos mejor concebidos y trazados en la obra son los personajes. Ezequiel es un perdedor que renuncia a su dignidad a cambio de una buena cuenta corriente en Uruguay, hasta que finalmente se conciencia y decide recuperarla. El final abierto nos deja en la duda necesaria para comprender la oportunidad de su decisión de acudir a la prensa a denunciar la verdad de lo ocurrido cuando está al borde de lograr una libertad condicional que le va a proporcionar la salida de la prisión y una vida nueva y placentera. Después del fraude por el que es condenado, la cárcel se convierten en su refugio, pero llega un momento donde su cueva se tambalea a causa de su fluctuación entre Silvia y Mariela, amores inacabados, uno ausente y otro presente. Los tres personajes, vértice de la narración, son almas en pena frustradas por las circunstancias de su vida. Ni siquiera el placer, los caprichos hedonistas o el erotismo, muy bien cuidado en el discurso, son vías de escape.
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Hasta el amor sincero se convierte en un imposible. El posible romance de Silvia y Ezequiel se desvanece por el interés puramente económico dadas las aspiraciones de ella, que acaba contrayendo matrimonio por materialismo, lo cual le generará una insatisfacción permanente… también a Ezequiel, quien, como el coronel de García Márquez con su pensión, esperará su visita a la prisión sin éxito. También es imposible el amor de Mariela porque él acaba tomando la decisión de ser honesto en lugar de iniciar una nueva vida junto a ella. Es una prostituta para tipos sociales de alta posición económica, que alcanzó la regencia de un burdel con su esfuerzo, y cuando acepta la proposición de Ezequiel, siente el cosquilleo del amor y acaba intentando regenerarse, lo cual le resulta imposible porque la vida le es esquiva. Los tres han alcanzado el éxito económico, Ezequiel gracias a su silencio, Silvia con su matrimonio, y Mariela después de haber escalado hacia la prostitución de alto standing. Sin embargo, los tres son infelices: ni consuman su amor, ni alcanzan la plena dignidad humana, ni encuentran sentido a sus vidas. Su incomodidad social no parte de causas económicas: procede de su autoexclusión moral. No son seres satisfechos con ellos mismos porque han preferido el dinero a la estabilidad proporcionada por la elección sincera. Por ello, caminan hacia el fondo de un pozo, que es el submundo paraguayo, y han de renunciar a la buena situación económica y a la función social elegida en el pasado si desean salir de su angustia hasta encontrar un nuevo camino de felicidad y de dignidad ética, como Ezequiel decide al final. Aunque el desenlace abierto de la novela deja al lector con la incerteza de su destino: ¿el camino elegido será satisfactorio, su destrucción o una nueva quimera?
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Algo muy importante en la obra son los silencios en los diálogos; las conversaciones donde uno de los participantes ofrece el silencio como respuesta expresado con guión y puntos suspensivos. No resultan cansinos a pesar de su reiteración ni carecen de operatividad. En esta novela, el monólogo del personaje es sustituido por estos diálogos sumamente cuidados con respuestas que describen los acontecimientos, su visión de la realidad y sus pensamientos. La intervención repentina del personaje después de varios silencios encauza o dirige la conciencia del interlocutor hacia una vía coherente del contenido.
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El autor aprovecha sus personajes con sumo cuidado para ofrecer un fresco práctico del materialismo del individuo. Las decisiones vitales están sujetas al interés crematístico. Por ello, el trabajo acaba descubriendo la corrupción de una sociedad insatisfecha. Aunque los sucesos estén ubicados en Asunción, bien podrían extenderse a otros lugares del planeta con sólo modificar espacios y formas. Al fin y al cabo, Ezequiel no es el único personaje del mundo que vive apaciblemente en la cárcel gracias a su solvencia económica, hasta el punto de ver la prisión como su refugio ante la suciedad humana del exterior. El encierro le permite vivir más tranquilo que esos ricos hombres de empresa preocupados por ascensos y traiciones del capítulo tres, y que Silvia odia aunando sus actitudes hasta reunirlas en su marido. ¿Oda a la vida retirada? No, pero sí un canto a la dignidad personal, a la coherencia individual, a la superioridad de la pureza de los actos sobre el dinero y a la necesidad de limpieza social.
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De ahí que estemos ante una novela muy bien estructurada, con riesgos bien medidos para el fortalecimiento del discurso, y de muy interesante lectura gracias a las sincronizadas transiciones de las historias de los personajes. Posiblemente sea una de las creaciones literarias paraguayas más perfectas de los últimos años, aun teniendo en cuenta el mayor nivel cualitativo alcanzado por la novelística paraguaya del siglo XXI. Si en su obra anterior, Nobis, se vislumbraba el paisaje de un gran narrador, un gran contador de historias, con El fondo de nadie, Ramírez Biedermann ha conseguido impulsarse hacia un lugar preferente en las letras paraguayas, a confirmarse en futuras creaciones.
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Esperemos que el autor sea consciente de que la novela necesita una segunda parte. U otra historia que derive de esta obra, quizá incluso asumiendo el peligro de concebir y caer en una novelística total. Personalmente, me quedo con hambre de conocer qué le podría suceder a Ezequiel después de contar a la prensa la verdad, aunque lo intuya. Pero esto es una apreciación personal que sólo debe servir para que Ramírez Biedermann, lo más pronto posible, persista en su creatividad y se consagre definitivamente en el ámbito hispano con uno o varios trabajos más.
Madera de gran autor tiene. Esperemos que logre la continuidad necesaria para serlo. Porque estoy seguro de que lectores tendrá. Muchos.