jueves, 12 de noviembre de 2009

Viaje al malditismo: segunda novela de Coral explora purísima insolencia de los poetas.

Escribe: José Donayre Hoefken
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Tocar fondo, morder el polvo. Estas figuras, tras la lectura de Migraciones, cobran un particular y certero sentido: un arrobamiento de mística estética que desgarra con procacidad. El éxtasis de lo sórdido y la iluminación del horror son las claves de una historia que en realidad encauza varias existencias que se cruzan o repelen —algunas notorias (aunque no notables), otras anónimas, pero no por ello menos intensas o abrumadoras—. Y en esta historia ricamente cifrada, su autor, Víctor Coral, juega a demostrar que sabe muy bien lo que hace, no obstante sus deliberadas trasgresiones narrativas.
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Escrita aparentemente bajo el principio narrativo del progreso de la acción -que en un momento capital de la "historia" se desvela mas bien como lo que es: un artefacto que sin dejar de ser en esencia un libro, permite brindar la sensación de simultaneidad y riqueza que tiene aquello que entra por los sentidos (p. 42)- Migraciones es un ensayo novelado que pretende expresar con una prosa exquisitamente elaborada el peso de la belleza y su incidencia, feliz o desafortunada, en ciertas vidas que tienen -o tienden- a la palabra como refugio para el desapego (como desaparición poética del yo) o paradójica cárcel de libertad.
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El malditismo del poeta español Leopoldo María Panero, "alma gemela" del narrador-protagonista (Bruno Larco), es, sin duda, más que un fascinante leitmotiv de Migraciones. Quizá sea la intrincada epifanía de un dedo medio exhibido con desfachatez y elocuente honestidad.
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