lunes, 30 de noviembre de 2009

CARLOS CALDERÓN FAJARDO: el viaje que nunca termina

“Estamos viajando como los juglares de la edad media”, nos dijo Carlos Calderón Fajardo en Trujillo, después de presentar EL VIAJE QUE NUNCA TERMINA: LA VERDADERA HISTORIA DE SARAH ELLEN, su última novela (la primera edición está prácticamente agotada a dos meses de su aparición), en la IV Feria del Libro Juan Ojeda de Nuevo Chimbote. Y es que la gira de Sarah Ellen empezó en Lima, en el Centro Cultural de España, cuando previo video de Dolores Delirio, revivimos a la vampiro sepultada en Pisco. La obertura: el poema de Vanesa Martínez, inspirado en Jhon P. Roberts, el esposo leal que acompañó a la inglesa en esa travesía intemporal con escala en la costa del Pacífico. Después fueron las disertaciones de Luisa Fernanda Lindo y Rossana Díaz Costa, quienes coincidieron en que se trataba de una novela de amor, y no habría podido ser de otra manera, qué si no el romanticismo ha sido la columna vertebral que ha sobrevivido a toda historia, aquí lo gótico es la escena, la forma, el lenguaje con el que Carlos Calderón Fajardo teje, de forma magistral, uno a uno los capítulos, para entregarnos una obra maestra que la crítica no ha dudado en calificar como una de las mejores escritas en Latinoamérica. Pero Sarah Ellen tenía que recorrer este país, el síndrome del vampiro errante debía reinsertarse en el imaginario de nuestra historia reciente, por eso el equipo casi completo de Ediciones Altazor dibujó la ruta de lo que sería la peregrinación de la vampiro.

Vanesa Martínez, Carlos Calderón Fajardo, Luisa Fernanda Lindo Y Rossana Díaz Costa. Después de presentar la novela en Lima.

Sarah Ellen partió de Lima hacia Huamanga. Allí Urbano Muñoz, el Presidente de la Asociación de Escritores de Ayacucho sería el responsable de presentarla en sociedad junto con el cineasta y Presidente del grupo “Tercer Ojo”, Felipe López. La prensa estuvo atenta a cada paso del escritor entrevistándolo a punta de filmadoras en diversos canales de televisión. Intentaba buscar alguna fibra perdida del espíritu de la vampiro; en Lima Calderón Fajardo había sentenciado: “Yo soy Sarah Ellen”. Los alumnos de los colegios huamanguinos lo atacaron con preguntas tan interesantes que sorprendieron al propio autor. El Alcalde le rindió un merecido homenaje a su trayectoria literaria, recalcando que era un honor imponerle la medalla de hijo predilecto al nieto del Coronel Víctor Fajardo, héroe de la guerra con Chile, cuyo nombre lleva una de las provincias de Ayacucho y en la noche, un grupo de artistas teatralizó la novela, los asistentes que al inicio se asustaron, disfrutaron con la pasión del Capitán Álvarez, admiraron la lealtad de Jhon P. y no dejaron de sorprenderse con los estrambóticos hábitos de la inglesa, convencida de su naturaleza vampiro. Urbano Muñoz comparó los sacrificios humanos de algunas culturas prehispánicas con las tradiciones europeas del medioevo, concluyendo que la sangre será siempre un tema al que retornen los escritores. Al día siguiente Sarah Ellen visitó Huanta. Posteriormente el Estrella del Mar lo regresó a Lima.

Willy del Pozo, Carlos Rengifo, Harold Alva y Carlos Calderón Fajardo, en la panamericana norte.

En la capital todo estaba listo para iniciar la gira hacia el norte, el viaje que nunca termina cambiaba de ruta, primero fue la cordillera, ahora sería el turno de seguir por la panamericana norte, donde nos esperaban Ancash y La Libertad. Una mañana de miércoles partimos en un navío moderno, el auto Nissan de color guinda o sangre seca hacia Nuevo Chimbote, nuestro destino: la “IV Feria del Libro Juan Ojeda” donde el editor y promotor cultural Jaime Guzmán Aranda nos esperaba con la regidora Rosita Neyra. Esa noche, con un auditorio lleno, Willy del Pozo y Harold Alva, presentaron la última novela de Carlos Calderón Fajardo, quien no solo se limitó a hablar de vampiros y del espíritu iconoclasta que lo puso frente a un monitor para escribirla: como un verdadero maestro, le ofreció a su público una conferencia magistral sobre los cuatro pilares de la literatura moderna en el Perú: Ciro Alegría, José María Arguedas, Mario Vargas Llosa y Julio Ramón Ribeyro. Al día siguiente recorrimos el puerto, su malecón, las islas blancas que han hecho famosa a la ciudad que en su momento cobijó al gran José María.

Harold Alva, Carlos Rengifo, Willy del Pozo, Carlos Calderón Fajardo y Henry Quintanilla, en el malecón de Chimbote, observando las islas blancas.

El día viernes, a las cinco y treinta de la mañana, el moderno Estrella del Mar partió hacia Trujillo. Nunca tuvimos una mejor clase sobre cómo desarrollar una vida dedicada a las letras como en aquel viaje, acompañando a un escritor que se niega a aceptar el calificativo de autor de culto, compartir aquellos días con Carlos Calderón Fajardo, ser testigos de su fortaleza para desplazarse sin descanso de una a otra ciudad con el solo ánimo de transmitir su sabiduría a través del libro, ha sido la mejor lección que recibimos quienes tuvimos el privilegio de abordar con él, aquella nave. En Trujillo nos esperaban Jorge Tume y César Olivares, responsables de Infolectura, la institución que nos invitó a desembarcar en la todavía capital de la eterna primavera. En la noche del viernes, la Casa de la Emancipación, fue testigo de cómo EL VIAJE QUE NUNCA TERMINA, coherente con su espíritu, mantenía caliente la sangre para que la vampiro continúe batiendo las alas, e impulse al equipo de Altazor a no bajar la guardia y permanezca al acecho de otros grandes libros. Y como en toda ciudad, en Trujillo también tuvimos aliados, acompañados de Sócrates Zuzunaga, Alberto Alarcón, Ángel Gavidia, Eduardo Elías, propietario del Torremolinos, Víctor Hugo Chanduví, Presidente de la Academia de Doctores y Gerardo Cailloma, Presidente de la Alianza Francesa de Trujillo; la verdadera historia de Sarah Ellen continuó escribiéndose.


De pie: Sócrates Zuzunaga, Harold Alva, Carlos Calderón Fajardo, Carlos Rengifo. Sentados: Willy del Pozo y Henry Quintanilla, en Trujillo.

El domingo por la mañana partimos de Trujillo, teníamos que regresar a Lima. Estábamos seguros que la travesía tenía que continuar por otras carreteras, por otras vías que quizá aún la propia Sarah desconoce. Estuvimos acompañando a un narrador cuyos ámbitos de escritura transitan por los nervios de la trascendencia, conocerlo así, redescubrirlo en ese viaje es sin duda la marca que llevamos en el pecho.

.

* Acaba de llamar Carlos, nos anuncia su retorno de Huancayo donde acaba de presentar la novela y nos indica que estamos invitados a Ica, definitivamente, este es el viaje que nunca termina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario