jueves, 29 de julio de 2010

¿DESMITIFICANDO A CÉSAR VALLEJO? (Sobre Vallejo y la Célula Non Plus Ultra de Jorge Najar)

Por Rosina Valcárcel
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Jorge Nájar (1946) nace en Pucallpa. Acontece su niñez y adolescencia en diversas ciudades de la Amazonía. En 1963 se traslada a Lima donde sigue estudios en la Universidad Federico Villarreal y conoce a los jóvenes poetas que integrarían el movimiento Hora Zero. En 1973 lanza su bello poemario: MALAS MANERAS. Como todos los muchachos de la época nos conocemos entre el Wony y El Palermo; amamos las mismas canciones, autores e ideales libertarios. En 1974 hacemos una gira por Huancayo junto a Chacho Martínez y José Luis Ayala. Ahí leemos poemas, conozco su alma inquieta y su voz radiante. Festejamos nuestro Perú andino cerca a Nicolás Matayoshi, Sergio Castillo, César Gamarra y otros aedas. En 1976 se escapa. Viaja a París donde ejerce la pedagogía y reside como un gitano. (“Demasiado honor para mi -sostiene Nájar-, el ser comparado con los gitanos; en realidad no soy más que un poeta extraterritorial, que vive entre el estruendo parisino y las serenidades invernales de la costa mediterránea; en suma, un peruano de la diáspora que de vez en cuando regresa a Lima para saludar a los amigos”). Finibus terrae (1984), libro ganador de la Segunda Bienal de la Poesía Peruana, Premio Copé. En 1994 conquistó la Beca de Ayuda a la Creación del Centro Nacional de Letras de Francia. Su magnífica poesía escrita hasta 1999 fue congregada en Formas del delirio. El 2001 obtuvo el Premio Juan Rulfo de Poesía, convocado por Radio Francia Internacional. Su original poemario, Allí donde brota la luz, asomó en Bogotá el 2007. Es destacada la trayectoria de Nájar como escritor genuino. Seleccionó y tradujo la antología de Poesía Contemporánea de Expresión Francesa y Conocimiento del Este, poemario de Paul Claudel, ambos publicados por la Universidad Católica del Perú (PUCP). Su obra narrativa comprende El árbol de Sodoma (me ocupé con ahínco c/f « Variedades » 55. El Peruano, Lima 01/02/08), Penúltima Odisea y otras ficciones (San Marcos, Lima, 2007). En el fondo de éstas mora el renacimiento de un personaje de La Biblia. Condenados al destierro los personajes coexisten como él hasta la muerte, en situación de fugitivos. Se agitan en situaciones de entremundos para revelarnos sus ansiedades y desasosiegos.
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Vallejo y la Célula Non Plus Ultra (2010)
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La noticia llega con un cometa amarillo. Jorge, bajo varias noches de brujo, ha venido tramando una nueva novela. Se trata de pater Vallejo. Caramba. Qué reto. Los jóvenes compatriotas de Altazor la lanzan en sobria edición hermosa. Esta obra se puede resumir así: Sumergido en la revuelta y el disturbio de la vida en París, miembro de un taller de “reparaciones” literarias transformado por la calumnia y la difamación en una célula terrorista, el nieto del poeta César Vallejo (pero ¿de dónde sale ese nieto?) reinventa, al mismo tiempo, la vida de su abuelo en los turbulentos años 20 del Perú y la de un grupo de latinoamericanos en París en los años posteriores a la caída del Muro de Berlín.
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-Jorge ¿Cuáles fueron las motivaciones que te llevaron a escribir la novela Vallejo y la Célula Non Plus Ultra?
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--Desde que llegué a Lima, en 1964, para seguir los estudios universitarios, tengo la impresión de haber vivido hablando y discutiendo sobre ese fenómeno. Ten en cuenta que uno de uno de los primeros poetas que conocí en Lima fue Antonio Claros, trujillano y vallejiano por antonomasia. Íbamos por las calles del centro de la ciudad recitando los poemas más oscuros de su paisano. Íbamos por los bares evocando a la andina Rita y a Tilia, la limeña, bromeando sobre su preocupaciones, sobre sus indecisiones. Ten en cuenta además que uno de mis profesores de literatura fue Antenor Samaniego, el descubridor de la partida de bautizo que ha permitido, posteriormente, establecer la fecha de nacimiento del tótem de la poesía peruana. Ten en cuenta que en el patio, más exactamente en el cafetín de la universidad, conversé repetidas veces con Juan Espejo Asturrizaga, el autor de una de las biografías más sensatas del Vallejo peruano, porque, claro, dentro de ese ser coexistieron varios individuos complementarios y hasta contradictorios, que fueron ganando en complejidad con su traslado hacia Europa. Cuando yo mismo vine a vivir en París, en 1976, descubrí que la preocupación por la tragedia vallejiana no sólo era un asunto de poetas e intelectuales peruanos: mexicanos, chilenos, argentinos, colombianos, guatemaltecos, bolivianos, hondureños, ecuatorianos, brasileños, españoles, franceses, italianos, alemanes y qué sé yo, en nuestras frecuentes tertulias, siempre sacaban a relucir algún detalle sobre el fenómeno, cada vez desde posturas convergentes y, en no pocas oportunidades, hasta contradictorias. Había mucho que decantar. De todo eso nació la idea de Homenajes & epitafio que publiqué en Cuadernos americanos, no sé exactamente si en el número 37 ó 38. En algún momento pensé en la idea de una biografía desmitificadora, un desafío enorme con el que todavía estoy enfrentado sin encontrar solución.
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-En el trabajo de investigación debes haberte topado con diferentes obstáculos, verdad, puedes señalar alguno.
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--Claro que me he encontrado con muchos escollos, algunos superados y otros todavía persistentes. Tú sabes que toda novela que se respete está llena de mucha realidad y los otros elementos que le otorgan el valor añadido a lo puramente testimonial o biográfico. Pero la documentación de base es preferible que esté bastante esclarecida. Y el caso del Vallejo peruano faltan precisar muchos detalles; y ya no te hablo del Vallejo europeo porque sería de nunca acabar. Pues bien, cerremos el círculo. No he podido dar con la documentación esclarecedora de su fallido intento de suicidio en Trujillo, poco antes de trasladarse a Lima abandonando sus estudios de derecho. Esa es una persistente zona de sombras. Asimismo, pareciera que hubo toda una confabulación previa a su captura y encierro en la cárcel de Trujillo; la información disponible es muy vaga sobre quiénes fueron los confabuladores para provocar su traslado desde Mansiche hacia la casa trujillana donde fue capturado y encarcelado por las sospechas relativas a su participación en el incendio y los sucesos sangrientos de Santiago de Chuco. Pero el escollo mayor y poco estudiado hasta ahora ha sido el de los amoríos. Se ha dicho que cuando Otilia y César terminaron por separarse, ella estaba encinta. Se ha dicho eso, pero no se ha averiguado nada más. En Vallejo y la célula non plus ultra se proponen algunas alternativas de esclarecimiento, pero ya no desde la historia sino desde la ficción novelesca.
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-Dimas Arrieta considera que Vallejo y la Célula Non Plus Ultra deviene en un libro para iniciados, me parece una exageración, ¿qué piensas tú?
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--Si mal no recuerdo, Dimas sostiene en su apreciación aparecida en el Nº 177 de Variedades lo que tú subrayas, pero tras el desarrollo de su argumentación llega a la siguiente conclusión: “este aporte despierta más aún el interés por una de las obras más monumentales de la tradición lírica en el Perú. Una novela que cumple con su formato: el saber contar, simplemente, una buena historia” ¿Puedes estar en desacuerdo con eso?
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-En el transcurso de la obra vas creando una imagen de Vallejo que cautiva al lector (a), como te señalé en mis cartas, y al final Vallejo resulta un escéptico, iconoclasta, casi una suerte de “arrepentido” de su militancia política, esa sensación me dejó. ¿Qué dices? ¿Exagero? ¿Estoy equivocada? ¿Has querido tumbar a uno de nuestros íconos, para que se le aprecie como ser humano estrictamente?
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--Para quienes nos enfrentamos con la ficción narrativa la idea es convertir en insumo toda la información política, histórica, económica, psicológica y de cualquier otra índole proporcionada por las ciencias sociales a fin de materializar un universo paralelo al de nuestra realidad. Lo que cuenta es que el lector entre en él y salga, si consigue salir, como pueda: lleno de ilusiones, fantasmas, inquietudes y reflexiones. El narrador de este universo es el Nieto de Vallejo, un peruano residente en la turbulencia parisina, uno de los tantos aspirantes a un doctorado en cualquier cosa, y es él quien nos va presentado los avatares de su “abuelo”. ¿Tumbar a uno de nuestros íconos? Hasta donde me ha sido posible la única idea que me ha llevado a dedicarle tanto tiempo a Vallejo ha sido ponerlo en movimiento en el día a día. Deliberadamente no se entra en la sapiencia filológica para darle prioridad a la existencia, tanto del propio Vallejo como del “nieto”, un bueno para nada.
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-La idea de trabajar con personajes “amigos” latinoamericanos tiene su pro y su contra, uno (a) se pierde tratando de ubicar “será fulano o mengana”. Pero, esto no es relevante.
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--No pocos de los mordidos por la literatura, tarde o temprano terminan participando en algún “taller”. Ese es el caso de la célula non plus ultra, laboratorio consagrado, como afirma uno de los personajes, a “quitarle la pollera colorada a nuestros clásicos latinoamericanos”. Y en ese proceso de purificación, de reparaciones, mal que bien, los participantes fueron conociendo las flaquezas y grandezas de unos y otros. Ahí convergen el “dogmático”, el “farolero”, el “poeta cien por cien”, los aventureros y, por supuesto, también el traicionero, prototipos en realidad de todo lo que puede haber en el género humano. Los talleres literarios son en realidad microcosmos, y cualquier intento de identificación de unos y otros puede llevar a no pocos despistes o a encontrarse uno mismo reflejado en alguno de ellos.
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-Considero que es una obra lograda estéticamente, tiene argumentos, conocimiento, fluidez, frescura y aporta tanto al “museo bibliográfico” de nuestro Vallejo como a la comprensión de ese gran personaje legendario.
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--La idea es ubicar a ese personaje legendario en su circunstancia. Y como tú bien lo dices, el “museo bibliográfico” está poblado de acercamientos filológicos. Nuestra propuesta se inscribe dentro de una ambición historicista, que, por no haber podido develar las zonas de sombra, se acerca a la ficción para reflexionar de manera visual sobre dos momentos álgidos: por un lado, los albores del siglo XX peruano y el fracaso de la “República Aristocrática”, los caudillismos, el leguiísmo, el palabreo de las llamada “Patria Nueva” y el papel de algunos individuos dentro de esas circunstancias. Los sucesos de Santiago de Chuco también fueron el resultado de las confrontaciones de los caudillos y sus ramificaciones en el interior del país. Por otro lado, siguiendo el derrotero del “nieto” de Vallejo se ha querido también pintar las situaciones contradictorias provocadas por la caída del Muro de Berlín entre los latinoamericanos residentes en París, el desasosiego de muchos de ellos, las ilusiones de los otros en los entretelones de la noche parisina, la belleza de la cosmópolis caminando a orillas de su río legendario, el chisporroteo de bromas al ir derivando de un bar a otro a lo largo de las calles, sumidos en la profunda oscuridad, iluminados por la buena conversación, riéndonos de nuestras miserias.
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- ¿Cuál ha sido el gran interés?
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--La ambición ha sido cruzar esos dos momentos, el uno nacional y el otro planetario, siendo protagonistas del primero Vallejo y su generación, y del segundo, la nuestra, mi querida Rosina; nuestra ambiciosa y conflictiva generación embarcada en todas las aventuras del espíritu.
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(Jorge logró ofrendarnos una importante novela de factura novedosa. Por ello a esta “iniciada” le costó tanto terminar la lectura de Vallejo y la Célula Non Plus Ultra. Quiso que el libro no acabara. Suspiró, latió su corazón, bebió vino, acompañó al gran César por todos sus periplos y pudo comprender más su existencia y fervor por la escritura. Aconsejamos al lector y a la lectora viajen a través de él y descubran otros ángulos, otros tonos de nuestro poeta universal).
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Lima/París, 12 julio 2010.

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