sábado, 14 de enero de 2012

Entrevista a Patricia de Souza



Patricia de Souza indaga sobre temas como la ausencia, la pérdida y el desarraigo, en Tristán (Ediciones Altazor, 2010), una novela en donde la protagonista traza un recorrido reflexivo y nostálgico a través de imágenes fotográficas. La autora nos envuelve, como en sus novelas anteriores (El último cuerpo de Ursula, Electra en la ciudad o Ellos dos, por citar sólo algunos títulos, en un rápido ejercicio memorístico), en medio de aquella mirada personal, lúcida y poética que marca ya su rúbrica particular. Aquí, un interesante diálogo con Patricia en el que nos da mayores alcances sobre su más reciente novela.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

¿Cómo surge la novela? ¿Partiste de una idea o imagen determinada?

La novela surge por una imagen intensa. Creo que surgió mientras caminaba por el jardín Massey, en Tarbes, donde he vivido casi 6 años. Era como si una imagen, convertida en icono y en fetiche al mismo tiempo, me hubiese revelado algo especial, algo que no había visto, como si fuese la “magdalena” de Proust… entonces, decidí escribir un libro sobre la fotografía. Ahora, también recuerdo haber leído en ese momento un libro de Annie Erneaux, conteniendo fotos, en el cual, el texto describía la foto. Mi intención fue distinta, en una época saturada de imágenes, yo quería explorar qué

sucede primero, la imagen o el texto. La imagen es muda, y sin embargo habla. Eran muchas preguntas, sobre todo, en torno a una persona que se va, que desaparece, y que no sabemos si de verdad ha existido. Una especie de Albertina proustiana, moderna. Pero esto todavía más común: una persona siempre es impermeable, muda, fija, como una foto. ¿No es terrible?

La novela plantea una indagación profunda sobre la pérdida y la ausencia…

La ausencia y el desarraigo, o la soledad, temas fundamentales en esta época. Creo que nunca antes hemos estado tan desarraigados, día a día, es una constante desolación. No es ser tan pesimista pensar que cada vez estamos más invadidas, e invadidos, por el exterior, que no sabemos cómo organizar tanta información, que estamos más confundidos que nunca, las mujeres, y luego, los hombres.

No sólo está la ausencia de Tristán, también está presente el tema del desarraigo.

Tristán representa el desarraigo, por su edad, es imposible socialmente hablando, por su lenguaje: hunde en el desarraigo a su interlocutora porque no la entiende. Es una Lolita masculina, felizmente indolente como suelen ser los más jóvenes. Ahora, este Tristán, también representa la imposibilidad de lo durable, lo efímero. Y ese es su encanto. No hay tabú que romper, el de la diferencia de edad, sino el de la idea de la relación como algo durable y no contingente.

La protagonista se pregunta en un momento (y yo te extiendo la pregunta a ti): “¿Es una locura pensar que escribir sobre algo evita el olvido?”… y sin embargo, cómo es posible que uno se aferre a esa posibilidad aparentemente inexistente.

Es curioso porque cuando escribo, siento que borro la experiencia, la transformo, la adultero, la hago distinta de lo que es, y de alguna forma, ese borrarse, hace que se produzca un olvido, un espacio en blanco. Es como si quisiéramos que nos olviden escribiendo, cuando es ¡¡todo lo contrario!! Es un proceso muy neurótico…

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