sábado, 7 de agosto de 2010

ERIZOS ATRAPADOS EN CUERPOS DE BUITRE. Siete narradores latinoamericanos publicados por Altazor en Perú

Escribe: Carlos Calderón Fajardo
.
Una editorial alternativa peruana: Altazor, publica en un país sin gran tradición editorial a siete novelistas latinoamericanos simultáneamente. Es una hazaña. Me pregunto si no es también un signo, entre otros, de un acercamiento y compenetración de nuestros imaginarios narrativos, pero esta vez desde abajo, por una literatura latinoamericana no tutelada por España. El no poder publicar en España, – que apadrina el éxito literario en nuestro continente- está generando una reacción creativa desde abajo. Formas nuevas de publicación, distribución y contactos que, sin complejos, no pasa necesariamente ahora por el espaldarazo indispensable de la península ibérica. Hay antecedentes de este aparecer desde debajo de la narrativa joven en Latinoamérica: la antología de Diego Trelles El futuro no es nuestro, y la antología Asamblea Portátil, publicada por la editorial Casa Tomada, de Gabriel Rimachi, ambos escritores peruanos.
.
A las novelas de Altazor las hemos llamado “Erizos dentro de cuerpos de buitres”, (tomando una frase de la novela Carbono 14 del cubano Jorge Enrique Lage, una de las siete novelas publicadas por Altazor). No creo que estas novelas busquen ser aprobadas por el canon de sus respectivos países, la crítica y hasta los medios. Estas instancias apuestan por el éxito desde arriba. Ya no se distinguen por tener como marco referencial la realidad de sus países, ni se alínean en la tradición nacional a la que estas obras deberían pertenecer. En ninguna de las siete encontramos un saludo a sus banderas. Se trata de meta-novelas que expresan una realidad que brota de la misma ficción. Representan una respuesta a los parámetros internacionales del éxito y a la literatura como deber patrio.
.
Una segunda apuesta extraordinaria de Altazor, inédita en América Latina y el Perú, es que la editorial de Willy del Pozo no solo publica a siete escritores latinoamericanos, sino que en un automóvil de juglares recorre el interior del Perú, la sierra y la costa, confrontando a estas novelas de alguna manera desnacionalizadas con el corazón nacional de lo latinoamericano: las provincias. El éxito de la gira fue enorme. Esto puede ser leído como muestra de que se vienen produciendo cambios importantes en los lectores de nuestros países, pero no solo en las grandes ciudades sino en las provincias. En esta extraordinaria experiencia de Altazor, se va del centro a los márgenes y no al revés, como lo fue hasta ahora, en la apuesta literaria por el éxito. Escritores de los márgenes para lectores marginales. Lectores acostumbrados a una literatura canónica que saluda a la bandera, ahora confrontados a escritores sin bandera, que son saludados, aclamados, requeridos por inquietudes y preguntas de estos lectores ayacuchanos, trujillanos, piuranos ganados para un tipo de nueva literatura latinoamericana.
.
Hasta los años 90, más concretamente hasta la caída del Muro de Berlín, dos tendencias literarias se enfrentaban creando una dialéctica de fuerzas opuestas. De un lado los que creían que la literatura era invención de la realidad y que en tal medida estaban al servicio de esta realidad, con aquel Vallejo que dice “toda obra genial viene del pueblo y va hacia él” que fue una frase muy utilizada por esta posición. La otra tendencia podía haber tenido como epígrafe también un verso de Vallejo. “Desconfiar del ojo, no del anteojo”. Esta tendencia planteaba que la literatura reinventa la realidad, Artificio (el anteojo) y no naturaleza (el ojo). Gran parte de lo mejor de nuestra literatura pasó por esta segunda tendencia: Borges, García Márquez, Onetti, Cortázar, Lezama Lima, Clarence Linspector. Cuatro grandes narradores latinoamericanos posteriores al boom van a abrir nuevos caminos: Puig en Argentina, Pitol en México, Reynaldo Arenas en Cuba, y Roberto Bolaño en Chile, que van a superar el paradigma de la realidad reinventada por una literatura que se reinventa a si misma. ¿Son hijos los novelistas de Altazor de esta última vertiente, en la que la literatura ya no reinventa la realidad, sino más bien la literatura se reinventa a si misma? Un epígrafe de la novela de Claudia Apablaza nos expresa ésta nueva sensibilidad. Cito el epígrafe: No quiero vivir aquí. Quiero vivir en el lenguaje. La reinvención del lenguaje es lo que interesa a estos escritores, y no como lo fue antes, el testimoniar la llamada realidad social de sus respectivos países. Una de las novelas, en este sentido, más representativas del grupo es Borneo de Oliverio Coelho. Estas novelas como dice Coelho son “como objetos que han extraviado su función”. En las siete novelas publicadas por Altazor encontramos una búsqueda de la irrealidad más que de la realidad. Lo primero saltante para el que las lee es el estilo. A diferencia de narradores jóvenes del primer quinquenio del siglo XXI, caracterizados por un lenguaje ostentoso, esteticista, una característica común a estas siete novelas es un lenguaje con adjetivos reducidos a la mínima expresión y sin uso de la metáfora. Ninguno de ellos cae en la prosa lírica, otro rasgo que era característico de la joven narrativa latinoamericana. El lenguaje no es ya barroco. En lo constructivo, es el fin de la clásica estructura con principio, clímax y desenlace, de lo narrativo como proceso. El relato de trama es reemplazado por una narrativa que conecta fragmentos. Párrafos de una línea, capitulillos, segmentos más que capítulos. Las historias se diluyen. Se inician historias que luego se abandonan. Las partes se relacionan por resonancias de sentido, por juegos de espejos, más que por consecuencias lógicas de un antes y después. La vanguardia perseguía lo nuevo, nuevas formas de expresión, en estos narradores hay búsqueda pero sin la dramática experimentación verbal de las vanguardias, es paródica y desenfada.
.
A manera de conclusión, me gustaría formular algunas reflexiones sobre cada una de las siete novelas publicadas por Altazor. Me interesa mucho una idea que aparece en la novela de Claudia Apablaza la de “la no-historia”. Cuando los hechos no históricos son más importantes que los históricos. La imposibilidad de gestar una historia nos lleva a novelas sin historia y nos conduce a la tensión entre imposibilidad y la posibilidad de narrar dentro de un mundo donde ha quedado anulada la idea tradicional de historia. Esto de alguna manera se vincula a lo que el peruano Carlín entiende por “historias robadas”. Con Takashi, historias robadas Ernesto Carlín se coloca como uno de los narradores jóvenes peruanos más interesantes. El guayaquileño, -y no digo ecuatoriano-, Miguel Antonio Chávez desliza en su novela la idea de que los países sudamericanos vivimos imaginarios paralelos y en un “imaginario paralelo” que es su novela, nos cuenta una historia deliciosa sobre Borges y María Kodama en Guayaquil. Qué decir sobre el escritor cubano Jorge Enrique Lage, que vive, en Cuba, en lugar de dar testimonio de los cambios y actuales tensiones en la isla, opta por una novela sostenida en el lenguaje, sin que se pueda rastrear en su novela influencia de Carpentier, de Lezama Lima, Sarduy, Cabrera Infante, o Reynaldo Arenas. Su propuesta es distinta a la tradicional narrativa cubana, que como sabemos se caracteriza por su barroquismo. El escritor paraguayo Ramírez Biedermann, con una novela con un título muy sugestivo El fondo de nadie es una apuesta sugestiva proveniente de una literatura de la que sabemos muy poco, salvo, claro, Roa Bastos. La noche que no se repite del uruguayo Pedro Peña se trata de una novela policial, negra, experimental y novedosa. Finalmente, la novela Borneo de Oliverio Coelho, estupenda novela asentada sobre cartografías que desafían al mundo real; novela reflexiva, cuajada de aciertos en el lenguaje, Coelho y su Borneo nos propone pensar en los objetos que han extraviado su función. Y esto nos lleva a la última idea sobre la experiencia enriquecedora que ha sido la lectura de estas siete novelas. Representan, cada una, una propuesta de abandono de la novela clásica para brindarnos excitantes funciones para nuevas formas de escribir novela en Latinoamérica. Son muestra excepcional de lo que están escribiendo actualmente los jóvenes narradores de nuestro mundo. No están en la pelea de los epígonos por destronar a los padres fuertes (Borges, Onetti, Roa Bastos, Vargas Llosa, Bolaño). No sufren de una “angustia de la influencia” como diría Harold Bloom. Son ellos mismos. Son diferentes. Son erizos dentro de cuerpos de buitres.
.
En la foto: Ernesto Carlín, Juan Ramírez Biedermann, Claudia Apablaza, Carlos Calderón Fajardo, Oliverio Coelho, Pedro Peña, Jorge Enrique Lage y Miguel Antonio Chávez.

2 comentarios:

  1. Reproduje en mi blog. Buscaré por Buenos Aires. Muy interesante la gira y las publicaciones. Siempre me parece deslumnrante conocer nuevos autores.

    ResponderEliminar
  2. muchas gracias Paula!! a nosotros siempre nos parece deslumbrante encontrarnos con personas que apuestan aún por la promoción cultural. Un abrazo gigante desde Lima.

    ResponderEliminar